CAPÍTULO 1
LA MASACRE EN BELÉN
AÑO 5 A.C., MARZO BELÉN, JUDEA
José y María y su hijo primogénito, Jesús, a duras penas salen vivos de Belén. José despierta de un sueño aterrador y tiene una visión de lo que va a suceder. Despierta a María y a Jesús, y escapan adentrándose en la noche.
En este instante, los soldados avanzan hacia Belén. Llegan desde la ciudad de Jerusalén y se están aproximando a este pequeño pueblo con la intención de encontrar y matar a un niño recién nacido. El nombre del niño, desconocido para ellos, es Jesús, y su único crimen es que algunos creen que será el próximo rey de los judíos. El gobernador actual del territorio, un tirano llamado Herodes el Grande, está decidido a asegurarse la muerte del niño. Ninguno de los soldados sabría reconocer a la madre o al padre del niño ni el lugar exacto de su hogar, así que su plan pasa por matar a todos los niños recién nacidos en Belén y en los alrededores. Esto será suficiente para asegurarse de que desaparece la amenaza.
Las primeras noticias sobre Jesús le llegan a Herodes gracias a los viajeros que han llegado a adorar al niño. Estos hombres, conocidos como los Reyes Magos, son astrónomos y sabios que estudian los textos religiosos más importantes. Entre estos libros se encuentra el Tanaj, una colección de historia, profecía, poesía, y canciones que narra la historia del pueblo judío. Estos ricos extranjeros viajan casi dos mil kilómetros a través del escabroso desierto, siguiendo una estrella que brilla en el cielo cada mañana antes del amanecer. "¿Dónde se encuentra quien ha nacido rey de los judíos?" preguntan al llegar a la corte de Herodes. "Vimos su estrella en el este y hemos venido a adorarlo."
Increíblemente, los Reyes Magos llevan consigo tesoros en cofres llenos de oro, así como aromas dulces de las resinas de mirra y de incienso. Son hombres instruidos y cultos. Herodes solo puede llegar a una conclusión: o son unos temerarios por arriesgarse a que les roben y perder tales riquezas al atravesar tan vasto desierto hasta Jerusalén, o realmente creen que este niño será el nuevo rey.
Después de que los Reyes Magos formulen su pregunta, un furioso Herodes convoca a sus consejeros religiosos. Herodes insiste en que estos maestros de leyes religiosas y sumos sacerdotes del templo le digan dónde encontrar exactamente al nuevo rey.
Los maestros que Herodes interroga en primer lugar son hombres humildes. Visten sencillos bonetes y túnicas de lino blanco. A continuación se dirige a los barbudos sumos sacerdotes del templo. Estos visten de una manera más sofisticada, con birretes de lino blanco y azul, y turbantes con cintas de oro en la frente, además de túnicas azules adornadas con borlas brillantes y cascabeles. Sobre estas prendas los sacerdotes visten capas y bolsas decoradas con oro y piedras preciosas. Estas prendas indican su alta categoría como líderes del templo. Herodes pregunta a sus maestros y sacerdotes, "¿Dónde está el que llaman rey de los judíos?" "En Belén, en la tierra de Judea." Estos citan textualmente al profeta Miqueas, cuyas palabras aparecen en el Tanaj. Siete siglos antes, Miqueas dijo que la persona que salvaría al pueblo judío nacería en Belén. "De entre vosotros [Belén] vendrá ... quien reinará sobre Israel..." Herodes invita a los Reyes Magos a seguir su camino. Su orden como rey en el momento de la partida es que localicen al infante y a continuación regresen a Jerusalén para informarle del lugar exacto donde se encuentra el niño, para así poder visitar a este nuevo rey en persona.
Los Reyes Magos advierten este ardid y nunca regresan a Jerusalén.
* * *
Durante siglos, los profetas judíos han profetizado la llegada de un nuevo rey que guiará a su pueblo. Han profetizado los cinco sucesos específicos que han de acontecer para confirmar el nacimiento del Mesías.
El primero es que una estrella ascenderá en el este.
El segundo es que el bebé nacerá en Belén, el pequeño pueblo donde el gran Rey David nació hace mil años.
La tercera profecía es que el niño será descendiente directo de David, un hecho que puede ser fácilmente confirmado gracias a los meticulosos registros del templo.
Cuarto, poderosos hombres viajarán desde la lejanía para adorarlo.
Y finalmente, la madre del niño será virgen.
Lo que inquieta intensamente a Herodes es saber que tres de estos sucesos han tenido lugar, pero estaría incluso más preocupado si supiera que los otros dos también han acontecido. El niño es de la familia de David, y su adolescente madre, María, asegura que es virgen, a pesar de su embarazo.
Herodes mira por la ventana de su palacio, esperando que se le notifique que todos los bebés varones de Belén han sido asesinados. Tiene miedo de lo que sucederá si un rey se levanta contra él para salvar al pueblo judío. Uno de los resultados es seguro: supondrá el final de su buena vida. A pesar de que es medio judío, Herodes es leal a Roma.
Judea es parte, aunque solo una pequeña parte, del vasto Imperio Romano, un reino en expansión que se extiende a lo largo de Europa, a través de Asia Menor, y abarca casi toda la cuenca mediterránea. Pero el reino de Herodes es diferente a cualquier otro bajo el puño de hierro de Roma: es el único territorio judío. El pueblo judío es una civilización antigua fundada en un sistema de creencias que colisiona con las de Roma: mientras que el pueblo judío cree en un Dios verdadero, el resto del imperio adora varias deidades paganas e incluso considera a su emperador una divinidad. Roma dejará en paz a los judíos si Herodes mantiene la productividad de su gente de forma que puedan pagar los altos impuestos que los romanos demandan.
* * *
Herodes no lo sabe, pero Jesús y sus padres han viajado ya dos veces a Jerusalén para visitar el gran templo, el más importante edificio sagrado en toda Judea. Elevado sobre una plataforma de piedra formidable que le da la apariencia de una fortaleza en vez de un lugar de culto, el templo es la encarnación física del pueblo judío y de su ancestral fe. El templo fue construido por Salomón en el siglo X a.C. Fue arrasado por los babilonios en el año 586 a.C. y después reconstruido casi cincuenta años más tarde. Herodes restauró recientemente toda la edificación y aumentó de tamaño el templo. Desde ahora, el templo no es sólo un símbolo del Judaísmo, sino del propio rey.
Ocho días después del nacimiento de Jesús, sus padres hicieron su primera visita al templo para que pudiera ser circuncidado. Allí, el niño recibió formalmente el nombre de Jesús. La segunda visita tuvo lugar cuando el niño tenía cuarenta días. Fue llevado al templo y presentado a Dios, de acuerdo con las leyes del Judaísmo. Su padre, José, carpintero, adquirió, según la tradición, un par de tórtolas jóvenes para ser sacrificadas en honor de esta solemne ocasión.
Algo muy extraño ocurrió cuando Jesús y sus padres entraron en el templo ese día, algo que insinuó que podría realmente ser un niño muy especial. María, José, y Jesús transitaban en silencio, sin hacer nada que pudiera llamar la atención. Aun así, dos desconocidos-un anciano y una anciana, quienes nada sabían de este bebé llamado Jesús ni de su cumplimiento de la profecía-le vieron desde el otro lado del templo repleto de gente y se acercaron a él.
El nombre del anciano que se aproximó era Simeón, y creía que no moriría hasta que posara sus ojos en el nuevo rey de los judíos. Simeón preguntó si podía coger al bebé. María y José dijeron que sí. Mientras Simeón sostenía a Jesús en sus brazos, ofrendó una oración a Dios, dándole las gracias por la oportunidad de ver a este nuevo rey con sus propios ojos. Entonces Simeón devolvió a Jesús a María con estas palabras: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel, será un signo contra el cual se hablará, de manera que se revelen pensamientos de muchos corazones. Y a ti misma una espada te atravesará el alma."
En ese mismo momento se acercó una mujer llamada Ana, una profetisa viuda de ochenta y cuatro años de edad, que pasaba sus días en el templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Las palabras de Simeón seguían resonando en los oídos de María y de José, cuando Ana dio un paso adelante y también alabó a Jesús. En voz alta dio gracias a Dios por traer este bebé especial al mundo. Luego hizo un anuncio inusitado, prediciendo a María y a José que su hijo iba a redimir Jerusalén de la dominación romana.
María y José se maravillaron al oír las palabras de Simeón y Ana, halagados por la atención, como todos los nuevos padres lo estarían, pero también inseguros de lo que estos mensajes sobre espadas y redención significaban realmente. Una vez concluidos sus asuntos en el templo, salieron hacia la bulliciosa ciudad de Jerusalén, entusiasmados y temerosos a un tiempo por la vida que su hijo podría estar destinado a llevar.
* * *
Hay muchas profecías más acerca de la vida de Jesús esbozadas en las Escrituras. Lento pero seguro, mientras el niño crece para convertirse en un hombre, esas predicciones también se convertirán en realidad. El comportamiento de Jesús hará que se le conozca como un revolucionario, famoso en toda Judea por sus asombrosos discursos y por sus enseñanzas. Será adorado por el pueblo judío, pero se convertirá en una amenaza para quienes viven a costa del pueblo: los sumos sacerdotes, los ancianos del templo, los gobernantes títeres de Judea, y sobre todo, el Imperio Romano.
Y es José quien enseñará al niño a ser obediente y fuerte, a seguir las costumbres judías y a obedecer las leyes judías.
© Del texto, Bill O'Reilly, 2014
© De las ilustraciones, William Low, 2014
© De la traducción, Carlos Uxó, 2015