CAPÍTULO UNORAÍCES PROFUNDAS
“Todo lo relacionado con mi cultura me ha dado enorme educación y alegría”.
—SONIA SOTOMAYOR
El 4 de junio de 2010, a sus cincuenta y cinco años, Sonia Sotomayor visitó el hogar de su infancia. Sonia había pasado doce años de su niñez en las Casas Bronxdale, un complejo de viviendas en el condado del Bronx en la Ciudad de Nueva York con casi quince mil quinientos apartamentos repartidos entre veintiocho edificios. Las paredes de esas viviendas habían visto sus sonrisas y sus lágrimas, sus sueños y sus batallas.
No era cualquier visita. Hacía menos de un año, Sonia había roto barreras al convertirse en la primera jueza de ascendencia hispana en la Corte Suprema de los Estados Unidos. La Corte Suprema es el máximo tribunal del país, y ser nombrado a dicha corte es el sueño de muchos jueces… pero pocos lo han logrado.
Viajando desde la capital, Washington D.C., donde trabajaba, Sonia había regresado a las Casas Bronxdale para hacer historia nuevamente. El complejo de viviendas, que albergaba a muchas familias hispanas como la suya, pronto tendría un nuevo nombre: Justice Sonia Sotomayor Houses and Community Center [Casas y Centro Comunitario Jueza Sonia Sotomayor]. Por primera vez, la Autoridad de Vivienda de la Ciudad de Nueva York iba a renombrar una de sus 335 propiedades en honor a una antigua residente que estaba viva. Era un gran honor, y demostraba lo mucho que los logros de Sonia —oriunda de Nueva York e hija de migrantes puertorriqueños— significaba no solamente para los diversos residentes latinos de esas viviendas, sino para toda la Ciudad de Nueva York.
El renombramiento del complejo de viviendas había sido un verdadero esfuerzo comunitario. Residentes de las Casas Bronxdale, activistas del derecho a la vivienda y funcionarios del gobierno local colaboraron para crear una petición y reunieron suficientes firmas para lograr que se cambiara el nombre. Muchos de ellos —más de trescientas personas en total— se habían reunido en este día para darle a Sonia la bienvenida a casa en la ceremonia de renombramiento. Deslumbrante, en una chaqueta roja, Sonia subió al escenario para hacer sus declaraciones mientras el público la contemplaba con admiración, orgullo y esperanza por lo que el futuro podría depararles a ellos, a sus hijos y a sus nietos. Esas mismas paredes también habían visto sus sonrisas y sus lágrimas, sus propios sueños y batallas. Si Sonia pudo criarse en ese complejo de viviendas y luego hacer historia, ¿qué cosas maravillosas podrían lograr ellos y sus descendientes?
Parada en el podio, Sonia aguantó el llanto mientras recordaba “las horas y horas de risa que mis primos y yo pasamos mientras andábamos por los terrenos de este complejo de viviendas, y jugábamos en el parque y gritábamos y peleábamos y reíamos y vivíamos”.
También destacó el papel que la comunidad latina del sur del Bronx había tenido en su vida. “Me llena de humildad y me conmueve que estas viviendas ahora lleven mi nombre, y estoy muy agradecida por todo lo que me han dado en la vida”, dijo Sonia. “Los miembros de esa comunidad se apoyaban unos a los otros y ayudaban a la siguiente generación a crecer. Es importante que la comunidad en su sentido más amplio se mantenga comprometida a ayudar a los residentes de este lugar para que otras pequeñas Sonias alcancen sus sueños”.
Sonia definitivamente estaba cumpliendo con su parte. Durante la ceremonia, bailó junto al coro juvenil de la escuela secundaria Cardinal Spellman, su alma mater, mientras sus miembros cantaban una canción evangélica llamada “Be Thankful” [“Sean agradecidos”]. Luego, Sonia también se reunió con estudiantes de su antigua escuela primaria, Blessed Sacrament [Santísimo Sacramento], y se dirigió a la clase de último año de Hostos Community College, donde su orgullosa madre puertorriqueña había estudiado enfermería. Cada parada en su itinerario hacía recordar lo profundas que eran las raíces de Sonia en el Bronx y lo mucho que su comunidad significaba para ella.
Pero la historia de Sonia había comenzado a desarrollarse muchos años antes de que ella naciera, en un lugar a más de mil seiscientas millas de distancia.
* * *
Puerto Rico es un archipiélago —un grupo de islas— en el mar Caribe. Consiste en una isla principal, cuatro islas más pequeñas y cientos de masas terrestres conocidas como cayos e islotes. Puerto Rico pertenece a un grupo más grande de islas conocidas como las Antillas Mayores que también incluye a Cuba y la isla de La Española, compartida en la actualidad por dos países, la República Dominicana y Haití.
Los pueblos indígenas de la isla, los taínos, tenían su propio nombre para su tierra natal en su idioma arahuaco: Borikén. Es debido a eso que hasta el día de hoy sueles escuchar a los puertorriqueños referirse a Puerto Rico como “Borinquen” e identificarse como “boricuas”. 0Las civilizaciones taínas de Puerto Rico y las otras islas caribeñas provenían de los pueblos indígenas que vivían a lo largo del río Orinoco en Sudamérica (lo que ahora es Venezuela), y que mucho antes de la llegada de europeos como Cristóbal Colón habían migrado por agua a las islas del mar Caribe a lo largo de miles de años.
Por siglos, las civilizaciones taínas de las islas del Caribe prosperaron. Los taínos de Borikén eran expertos pescadores y agricultores. Cultivaban yuca, frijoles y batatas, entre otros vegetales. También eran artistas que elaboraban bellas cerámicas, esculturas de madera y cintos complejos adornados con caracoles. Un juego de pelota con una bola de goma también formaba parte del estilo de vida de los taínos. Hoy en día, la cultura taína sigue siendo una parte importante de la identidad puertorriqueña, y su influencia es evidente en las palabras en inglés y español que vienen del idioma arahuaco.
Pero la llegada de Cristóbal Colón a las Américas a finales del siglo quince acabó con el mundo de los taínos. Bajo las órdenes del rey de España, los colonizadores esclavizaron a los taínos de Borikén y de otras islas caribeñas. Debido a que los colonizadores introdujeron enfermedades como la viruela, el tifus y el sarampión en sus comunidades, el número de habitantes taínos de la isla decayó. Hoy existen vacunas que nos pueden proteger contra estas enfermedades graves, pero para los taínos, resultaron mortales.
Durante trescientos años, España extrajo todas las riquezas que pudo de Puerto Rico: oro y también productos agrícolas como caña, algodón y café. El gobierno español no mostró interés alguno en el bienestar de los recursos naturales de la isla ni de las personas que vivían allí. De hecho, los españoles también capturaron y esclavizaron a personas de África, a quienes obligaban a trabajar en minas de oro o en grandes granjas llamadas haciendas.
En 1868, parte de la población puertorriqueña, incluidos los africanos esclavizados, se rebeló en contra de la tiranía de España en lo que se conoce como el Grito de Lares. Aunque la rebelión no logró liberar a Puerto Rico de los colonizadores españoles, con el tiempo Puerto Rico aseguraró más libertades, incluyendo el fin de la esclavitud en 1873, casi una década después de que se prohibiera la práctica en los Estados Unidos en 1865.
Aunque los primeros africanos llegaron a Puerto Rico en contra de su voluntad, tanto ellos como sus descendientes han jugado papeles importantes en el desarrollo político y económico de Puerto Rico y siguen contribuyendo a la riqueza de su cultura, desde la comida hasta el deporte, las artes y mucho más. Por ejemplo, platillos populares como el mofongo (hecho de plátanos machacados y combinados con pollo, bistec, puerco o mariscos) y los bacalaítos (frituras de bacalao) provienen de África Central y Occidental, igual que la tradición musical conocida como bomba y plena.
Puerto Rico estuvo bajo el dominio de España hasta 1898. Ese año, Estados Unidos derrotó a España en un conflicto conocido como la guerra hispano-estadounidense. La guerra estalló a raíz de que un acorazado de la Marina de los Estados Unidos llamado USS Maine que se encontraba en el puerto de La Habana, Cuba, explotara y se hundiera en febrero de 1898. El USS Maine estaba atracado en la capital cubana para proteger a los ciudadanos estadounidenses en Cuba en una época en la que el pueblo cubano se estaba revirando contra España, y exigía su independencia. La mayoría de la tripulación murió.
En ese momento, la causa de la explosión no estaba clara, pero como los Estados Unidos apoyaban la rebelión cubana por la independencia, periódicos estadounidenses influyentes de inmediato culparon a España de la tragedia, allanando el camino para la guerra. (Los expertos ahora creen que la explosión probablemente fue un accidente). Luego de perder la guerra, España acordó cederles Puerto Rico y otras dos de sus colonias —las Filipinas en el sureste asiático y la isla de Guam, ubicada en el océano Pacífico occidental— a los Estados Unidos en un acuerdo conocido como el Tratado de París de 1898. (Mientras tanto, Cuba logró independizarse de España).
Desde el Tratado de París, la relación entre los Estados Unidos y Puerto Rico ha sido confusa y complicada. En 1917, Puerto Rico se convirtió en territorio estadounidense y el Congreso aprobó la ley Jones-Shafroth que reconoció a los puertorriqueños como ciudadanos estadounidenses. Pero aun así al pueblo puertorriqueño se le ha negado el derecho a votar en las elecciones nacionales de los Estados Unidos, y hasta el día de hoy los puertorriqueños no tienen representantes con voto en el Congreso, a diferencia de los ciudadanos estadounidenses que viven en los cincuenta estados.
En un momento dado, los Estados Unidos también intentaron “americanizar” a Puerto Rico, en parte obligando a los niños en las escuelas públicas de la isla a que tomaran todas sus materias en inglés. Pero el pueblo puertorriqueño se opuso a ese cambio y finalmente conservaron el español como el idioma principal de aprendizaje en sus escuelas, con el inglés impartido como materia aparte.
En 1952 el estatus de Puerto Rico volvió a cambiar. En esta ocasión, se convirtió en un estado libre asociado de los Estados Unidos. Este nuevo estatus le dio al gobierno local de Puerto Rico más control sobre la dirección de la isla que la que tenía como territorio.
LA RELACIÓN ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS Y PUERTO RICO
El máximo funcionario electo en Puerto Rico es el gobernador o la gobernadora. En los primeros años después de que los Estados Unidos tomaran control de Puerto Rico, este gobernador era designado por el presidente estadounidense. Como consecuencia, los primeros veintidós gobernadores de Puerto Rico no habían nacido en la isla y no tenían ningún vínculo con el pueblo. De hecho, el primer gobernador de Puerto Rico nacido en la isla fue Jesús T. Piñero, quien fue nombrado al puesto en 1946.
Pero los puertorriqueños exigieron el derecho de elegir a su gobernador, al igual que los estadounidenses en los cincuenta estados eligen a sus propios representantes locales, estatales y federales. Entonces, en 1947, el Congreso estadounidense aprobó una ley permitiéndolo. Al año siguiente, Luis Muñoz Marín se convirtió en el primer gobernador de Puerto Rico elegido por el pueblo puertorriqueño.
Hubo un momento en el que Marín opinaba que Puerto Rico debería ser un país independiente. Pero durante su término como gobernador, Puerto Rico se convirtió en un estado libre asociado de los Estados Unidos. Como tal, Puerto Rico puede aprobar algunas leyes propias. Sin embargo, aunque los puertorriqueños no pueden votar en elecciones nacionales y no tienen representación en el Congreso, Puerto Rico está obligado a seguir leyes estadounidenses federales y pagar algunos impuestos federales.
Bajo el dominio español, había mucha pobreza en Puerto Rico, y esa pobreza empeoró cuando los Estados Unidos tomó el control. En aquellos tiempos, mucha gente en Puerto Rico cultivaba azúcar para sobrevivir, pero bajo el mando de los Estados Unidos, las corporaciones se apoderaron de la producción de azúcar, quitándosela a los hacendados locales. Al no poder ganar dinero con el cultivo de la tierra, muchos puertorriqueños necesitaban encontrar trabajos, pero no había suficientes. Como consecuencia, Puerto Rico cayó en una depresión económica aún más profunda, y muchos puertorriqueños no tuvieron otra opción que buscar oportunidades de empleo en otros lugares.
Luego de ser reconocidos como ciudadanos estadounidenses en 1917, los puertorriqueños tenían la libertad de mudarse a los Estados Unidos continental. Debido a eso, en las décadas de 1940 y 1950, decenas de miles de puertorriqueños dejaron su tierra natal. La mayoría se dirigió a la Ciudad de Nueva York. Un gran número de estos migrantes puertorriqueños encontraron vivienda en la parte norte del condado de Manhattan; tantos, de hecho, que el vecindario pronto fue apodado Spanish Harlem. Otros puertorriqueños se instalaron del otro lado del río Hudson, en el Bronx, el condado al extremo norte de la ciudad. Aunque estaban a cientos de millas de distancia de su isla tropical, estos puertorriqueños recién llegados construyeron una comunidad fuerte y convirtieron a Nueva York en su hogar.
Entre los muchos puertorriqueños que hicieron el viaje hacia el norte en busca de trabajo en esa época estaba un joven llamado Juan Luis Sotomayor. Juan Luis llegó a Nueva York en barco en 1944 durante la Segunda Guerra Mundial, un conflicto global que se extendía por Europa, Asia y África. Juan Luis hizo el viaje con su madre, Mercedes, su padrastro, y sus hermanos. Encontró trabajo en una fábrica de maniquíes. Y, como otros migrantes puertorriqueños que llegaron a la Ciudad de Nueva York, Juan Luis y su familia encontraron vivienda en edificios de apartamentos en la calle Kelly en el sur del Bronx. Estaba a gusto con su trabajo pero, al cabo de un tiempo, la factoría de maniquíes cerró y él aceptó trabajo en otra factoría que producía calentadores.
Juan Luis conoció a Celina Báez en una fiesta en el Bronx. Al igual que él, Celina era una muchacha que había llegado a Nueva York desde Puerto Rico en 1944 en busca de nuevas oportunidades. Pero a diferencia de Juan Luis, ella llegó a los Estados Unidos sola, dejando a su familia en la isla. En medio de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército de los Estados Unidos reclutó a mujeres para que realizaran una variedad de trabajos administrativos que los hombres habían abandonado para ir a pelear en el frente. Celina se unió al Cuerpo Femenino del Ejército, y después de completar su entrenamiento, el Ejército la envió a Nueva York, donde trabajó en la oficina de correos, organizando cartas y paquetes destinados a soldados estadounidenses que habían sido enviados a Europa.
Juan Luis y Celina se enamoraron. Y ella dejó claro que no tenía intenciones de regresar a Puerto Rico cuando terminara su servicio militar. Entonces, cuando Juan Luis le pidió que se quedara en Nueva York y que fuera su esposa, Celina aceptó su propuesta. La pareja pronunció sus votos en una ceremonia pequeña en el ayuntamiento de la ciudad, y Celina se mudó al apartamento de Juan Luis y su familia en la calle Kelly.
Aun después de casada, Celina quería continuar con su educación. Durante su primer año de matrimonio, Juan Luis trabajaba en la factoría para ganar dinero y mantener a la pareja mientras Celina estudiaba para obtener su diploma de secundaria. Después, Celina estudió para convertirse en auxiliar de enfermería, es decir, una enfermera cuya labor consiste en proveerles cuidado básico a los pacientes hospitalizados y ayudar a mantenerlos cómodos. Luego, el 25 de junio de 1954, Juan Luis y Celina Sotomayor se convirtieron en padres al darle la bienvenida su primera hija, a quien decidieron llamar Sonia María.
Sonia era una niña activa que comenzó a caminar y a hablar cuando tenía apenas siete meses de nacida. Rápidamente se ganó la reputación de ser traviesa, y por eso su familia le puso un apodo: Ají. Cuando nació Sonia, sus padres vivían en su propio apartamento en el mismo edificio donde vivía la familia de Juan Luis. El bloque de viviendas en el que creció Sonia estaba abarrotado de gente y era oscuro y estrecho con cuartos pequeños, pero pasó los primeros años de su vida rodeada de familiares, incluída Mercedes, su adorada abuelita. Uno de sus primos, Nelson, se convirtió en su compañero de juego favorito, y pasaban horas juntos, imaginando que eran jinetes y competían en un anfiteatro medieval.
Copyright © 2023 by We Are All Human Foundation